22 de marzo de 2010

Rushing everywhere


Un mundo que corre demasiado, la gente no tiene tiempo. Un atasco y todos se desesperan, llegan tarde. Un montón de restaurantes de comida rápida, cada día hay más. El metro tarda 3 o 4 minutos en llegar y es mucho tiempo. Puede que venga vació, pero aún así veo a la gente correr para coger asiento. Comida preparada o precocinada en casi todas las secciones del supermercado. El semáforo apenas se ha puesto en verde y ya hay alguien pitando. Ahora las cafeteras tardan un minuto en prepararte un expreso, latte o capuchino. Pintauñas de secado ultrarápido. Mascarillas de dos minutos. Con razón se nos hace largo el tiempo que tardamos en echar azúcar en la taza y remover.

… y no me han enviado lo que pedí.
… y no han puesto las notas.
…y el tren tarda mucho.
… y tú no vienes.

2 comentarios:

  1. Y ns hemos acostumbrado de tal manera a la inmediatez, a la vida contrareloj que nos hemos convertidos en esclavos de la impaciencia...
    Muy bueno!!

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  2. Pero una vez ha llegado dan igual los segundos, los minutos, los semaforos, los metros, las colas, la comida y el mundo en general.
    La cuestión es aprender a no desesperarse mientras una espera.

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